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Carlos Levoyer
El Vice-cónsul del pueblo ecuatoriano
Por: Henry Moscoso (Madrid)
Una fría mañana del invierno madrileño, hace dos años, conocí a un hombre de
mediana estatura, rostro limpio, escaso pelo y extremadamente amable con los
ecuatorianos que esperaban la interminable cola, para poder ser atendidos en las
afueras del Consulado de Madrid en la calle Oraá.
Al principio pensé que se trataba de un nuevo empleado administrativo del
consulado, pero que se diferenciaba del resto de trabajadores del ente
diplomático y de la inmensa e incompetente burocracia del Ecuador. Pero mi
sorpresa fue grande cuando escuche su nombre y apellido, entonces supe
inmediatamente con que gran personaje iba a tener la satisfacción de hablar...
Carlos Levoyer, es su nombre y es actual vice-cónsul del Ecuador en Madrid, él
es doctor en filosofía, estudioso e investigador de la cosmovisión indígena, la
cultura ecuatoriana y mundial. Hijo de un destacado general ecuatoriano y de una
ejemplar familia. Podríamos enumerar un sinfín de virtudes de Carlos y la
familia Levoyer, sin embargo nos centraremos en su actual actividad, la de
vice-cónsul de Madrid.
Al entablar una conversación con un inteligente filósofo, resulta difícil
ponerse a la altura de una persona que ha pasado casi toda su vida estudiando el
espíritu, principios y conceptos generales del ser humano y de la vida misma;
obvio resulta pensar que un hombre tan inteligente no sea preso de la
obnubilación y la vanidad de muchos filósofos ecuatorianos y de otros que se
creen que nacieron predestinados para estar en el Olimpo y que no saben por que
razón se encuentran en la tierra con los mortales. Algunos de los Embajadores,
Cónsules y trabajadores de los cuerpos diplomáticos ecuatorianos, creen que se
encuentran en ese Olimpo y por esta razón siempre han conseguido mantenerse, con
su “halo de prepotencia”, distantes del pueblo ecuatoriano, cuando algún
ciudadano, ha solicitado una audiencia para entrevistarse con estos “seres
supremos”. Para estos menesteres los “diplomáticos” delegan a sus subalternos,
la difícil y ardua tarea de escuchar el clamor y la desesperación de un
inmigrante ecuatoriano, en tierras extrañas, desinformado y a más de ocho mil
kilómetros lejos de casa.
A Carlos Levoyer le odian los “señores” del Olimpo, porque el descendió de los
cielos, para tratar con los mortales, vivir como mortal y ser solidario con los
mortales. Incluso conociendo su gran preparación académica, baja el nivel del
lenguaje, sin palabras rebuscadas ni tecnicismos y utiliza hasta la misma jerga
que el más humilde de los ecuatorianos.
Entonces, como no se le puede querer, a un diplomático, que te atiende
personalmente y principalmente te escucha que le cuentes todas tus penas y
desdichas, te aconseja y más tarde se desespera por encontrar la manera de
resolver tus problemas. Así y más es Carlos.
Todas las personas con las que me he entrevistado, entre ellos: dirigentes de
asociaciones, periodistas, pintores, poetas, empresarios, deportistas y un
inmenso número de representantes del pueblo ecuatoriano en Madrid y España y que
conocen a Carlos, no hacen otra cosa que alabar y enaltecer las supremas
cualidades humanas que posee el Vice-cónsul del pueblo ecuatoriano.
Con esta modesta opinión, invito a que, si no tienen el gusto de conocer
personalmente a Carlos Levoyer, se acerquen al Consulado del Ecuador en Madrid y
lo visiten.
Exijo como ecuatoriano, periodista e inmigrante a todas las autoridades
diplomáticas del Ecuador, que ahora con el bochornoso cambio de gobierno, se
extienda la permanencia o se le realice una ampliación del contrato de un hombre
que se ha convertido en el salvador de los desprotegidos, psicólogo de los
pobres y contrario a la forma actual de ser representante diplomático.
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